Es normal que, como padres primerizos, el estrés comience a ser una constante tras la nueva situación. Un nuevo integrante en la familia lo cambia todo, no solo en el plano económico y emocional, sino en el tiempo de descanso, en la intimidad con la pareja y en muchos aspectos más que obligan a los papás a estar preparados con antelación. Por eso, te proponemos algunos ejemplos para que la llegada de tu hijo no te coja desprevenida.
Prepárate antes de que llegue hasta su desarrollo
Los primeros cambios comienzan a notarse durante el embarazo. Muchos aspectos de tu vida van a ser distintos a medida que va creciendo la pancita. Ya no se puede hacer la misma actividad de antes y es preferible ir preparándose para el parto, con clases especializadas para tal fin.
Siempre es conveniente involucrar a la pareja en todo el proceso anterior al parto y, sobre todo, una vez que nace el pequeño que está por venir. Concienciarse de todo lo nuevo que acontecerá es muy importante para desechar el estrés futuro. Para ello, es recomendable que hables con tu pareja acerca de tus inquietudes y, del mismo modo, le motives para que te cuente las suyas.
El embarazo es un momento perfecto para buscar los consejos de padres expertos, como pueden ser los tuyos. Muchas veces verás que sin necesidad de que preguntes nada te estarán aconsejando; toma en cuenta todo lo que te dicen porque tienen más experiencia que tú.
El problema económico suele ser muy usual en muchas familias con la llegada el primogénito. Saber ahorrar te puede solucionar esto, aunque siempre puede ayudar tener amigos con hijos que te pasen ropa usada. Por lo general, esta es cara y no suele durarles mucho a los bebés, que crecen rápidamente en cuestión de semanas.
Es importante tener en la mente que todos los padres fueron primerizos alguna vez, así que no serás la única que tengas que lidiar con este cambio en tu vida. Posiblemente tengas la oportunidad de que te echen una mano los abuelos o tíos de tu pequeño, aunque lo más importante es que tu bebé te sienta cercana en todo momento, al igual que a su papá. Nunca habrá mejor educación que la que puedan otorgar los padres.
Aprende a manejar tu tiempo
El tiempo es un papel fundamental en el cuidado de los niños. Este parecerá escasear en el momento del nacimiento del pequeño de la casa, sobre todo cuando las noches se hacen interminables por su llanto.
Lo aconsejable es que la pareja se divida por turnos para que ambos ahorren energía en el transcurso del día. Una vez tú le puedes dar de comer y, la siguiente, le puede tocar a tu pareja. También podéis establecer momentos del día, por la mañana o por la tarde, en función de los horarios laborales de uno u otro.
Lo mismo sucede con el juego. El niño requiere de la presencia de ambos padres a la hora de jugar. Podéis alternaros en este aspecto, ya que el pequeño aprenderá a desenvolverse mejor con las distintas actitudes que representan la madre y el padre a la hora de jugar.
Un apoyo profesional tampoco viene mal a la hora de manejar el estrés. Un psicólogo puede ser de mucha ayuda para manejar las emociones.
Padres primerizos han sido nuestros antepasados también. No temamos enfrentarnos a ese momento tan especial.
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